lunes, 30 de octubre de 2017

PREVENCIÓN DEL CONTAGIO DEL VIH EN LOS CONVICTOS DE LAS CÁRCELES DE POPAYÁN, CAUCA.

Resultado de imagen para VIHA nivel nacional los registros son muy altos puesto que no hay cultura de prevención y las estrategias que tiene el INPEC para dicha prevención son muy pobres o no funcionan. En Colombia para el 2004 habían un total de 121 convictos contagiados (hombres y mujeres), cifra que aumentó en un 100% para el 2008 siendo para dicho año 242 contagiados de acuerdo a ONUSIDA, aunque podrían ser más puesto que no todos los presos informaron de su enfermedad; surgieron programas con el ánimos de prevenir el contagio de éstas enfermedades por parte de la Secretaría de Salud Nacional junto al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), siendo uno de ellos la entrega de preservativos, sin embargo, algunos de estos internos a los que se les dieron los vendían por mil ($1,000) pesos o dos mil ($2000) pesos al igual que los medicamentos retrovirales para el tratamiento cuando el contagio ya estaba confirmado.

Uno de los problemas a la hora de prevenir esta enfermedad es en cuanto a la falta de más pedagogía de la enfermedad con guardias e internos, a la falta de más médicos infectólogos para atender a los internos contagiados, a la poca formación de médicos en cuanto a VIH SIDA, al igual que los directores de los centros de reclusión y los guardianes. A nivel cultural, los contagiados con SIDA enfrenta el rechazo de otros presos y de la guardia por lo tanto hace imposible que la enfermedad sea tratada a tiempo por el temor al escarmiento social que esto provocaría.

En el centro penitenciario y carcelario San Isidro de Popayán viven privados de la libertad más de 3.000 hombres por delitos que van desde violaciones hasta homicidios[1], conviviendo de a tres internos por cada celda cuando realmente son para dos internos por cada celda, por lo tanto han tenido que dormir uno en el piso frente de un sanitario sufriendo los flagelos del frío y la humedad, soportando que cada que alguien necesite ir al baño lo pisen. Unas de las principales causa de la propagación de enfermedades como el TBC y el VIH ha sido el hacinamiento a la que están sometidos[2]. Otras de las causas han sido la promiscuidad sexual de los internos y la depresión causada por su ambiente. Para el 2011 existían identificados ocho casos con SIDA, dos más con enfermedades como herpes genital y gonorrea. Por su parte, en la cárcel de mujeres habían 140 reclusas y hasta el año 2010 había dos casos con VIH identificados por la Secretaría de Salud de Popayán[3].

Las causas por la cual se pudo contagiar el virus del VIH en el centro de reclusión pueden variar: respecto a la cárcel de hombres, las visitas conyugales en cada patio son cada quince días pero hay otras a las que nunca han recibido una por lo tanto llevan mucho tiempo de abstinencia, cuando consiguen una visita conyugal, por las ansias y la alteración hormonal, olvidan colocarse el condón, cuestión que ha influido en que dicha enfermedad se detecte la casualidad de que la mayoría de los portadores fueron contagiados dentro de la cárcel[4].
Sin embargo, hay otro problema, la promiscuidad sexual, la probabilidad de que una persona sentenciada a muchos años de cárcel -hombre o mujer- inicie relaciones sexuales con sus compañeros es muy alta, siendo más posible que se infecte o infecte a los demás. En el caso de la cárcel de mujeres, ellas comparten celdas con al menos dos personas más, cuestión que también las hace vulnerables, ya que la concentración del virus del VIH no sólo está en la sangre, sino también en las secreciones genitales[5].

El VIH-sida constituye un problema de salud pública que debe ser atendido prioritariamente por las organizaciones estatales, particularmente en el caso de aquellas personas que están bajo su tutela, como es el caso de las personas privadas de libertad. Más aún, si se tiene en cuenta que los/as jóvenes y adultos privados de su libertad en razón de conflictos con la ley penal constituyen grupos especialmente vulnerables al VIH-sida. Por otra parte, no debe olvidarse que la población de las cárceles es fluctuante y que estos establecimientos no son mundos completamente cerrados. Cada día entran y salen de ellas presos/as y otras personas, entre ellas el personal de la cárcel y las visitas. Muchos presos/as ingresan en la cárcel solo para sentencias cortas, y otros/as pasan allí largos períodos, volviendo al medio libre cuando cumplen sus condenas. Algunos ingresan y salen de la cárcel varias veces en su vida. Por ello, es importante que se tomen todas las medidas posibles para prevenir la transmisión del VIH en las cárceles, en beneficio no solo del personal y de los reclusos, sino también de sus familias y del resto de la sociedad.




[1] EL ESPECTADOR. El riesgoso sexo en prisión. 29 de Septiembre, 2011. Disponible en; http://www.elespectador.com/noticias/nacional/el-riesgoso-sexo-prision-articulo-302705
[2]EL TIEMPO. Los testimonios de reclusos que viven el viacrucis del hacinamiento. 20 de Abril, 2015. Disponible en: http://www.eltiempo.com/politica/justicia/testimonios-de-presos-en-diferentes-carceles-del-pais/15599968
[3] EL ESPECTADOR. El riesgoso sexo en prisión. 29 de Septiembre, 2011. Disponible en: http://www.elespectador.com/noticias/nacional/el-riesgoso-sexo-prision-articulo-302705
[4] Ibíd.
[5] Ibíd.

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