viernes, 8 de abril de 2016

INSTITUCIONES POLÍTICAS

CRISIS DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS


Por: MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ

Imagen sacada de: http://www.uniderecho.com/el-20-de-julio-dia-de-la-independencia-de-colombia-inicia-con-nuevas-mesas-directivas-del-congreso.html

Es necesario comenzar por una conceptualización mínima de los que se va a entender como institución, entonces tomaremos como referencia la cita que hace Alfredo Rico Chávez en “la crisis de las instituciones y la capacidad mutante de los partidos políticos” de Giddens sobre su conceptualización, el cual hace referencia a las tradiciones que se van consolidando con el tiempo, de tal manera que no sólo se refieren a estructuras del estado, entendidas bajo la lógica del poder político, el origen de la palabra se relaciona con el término latino trajere, que significaba transmitir o dar algo a alguien para que lo guarde; en ese sentido, institución es una entidad que se presenta en un momento y un espacio determinado, por lo tanto histórico, que surge de la transmisión, aceptación y reproducción de determinadas prácticas y tradiciones; un ejemplo simple de lo que es una institución es la familia que es una de las instituciones más representativas de cualquier civilización. La esencia de las instituciones ha sido en torno a la lucha por el poder y al impulso de proyectos de sociedad, a través de los cuales se pretende resolver y enfrentar los problemas colectivos.

Giddens (1993), señala que la emergencia del sujeto como principal actor y protagonista del espacio público y el desplazamiento del estado, provocó una erosión en la credibilidad y la funcionalidad de las instituciones del propio aparato estatal, al dejar de responder a las necesidades que los propios sujetos atribuían una solución al estado, como parte de sus obligaciones inherentes; sin embargo, Bauman (2000) señala que la modernidad se ha diluido en una nueva dinámica social, en la que el individuo se reivindica como el principal actor de la sociedad y se retoma la dicotomía que lo enfrenta con el estado.

Las crisis de las instituciones políticas se ha dado principalmente porque el individuo ha tomado una importancia mayúscula en la arena pública, exigiendo derechos o protagonismo en la política, evolucionando de manera rápida, ante un modelo de estado con instituciones que se rezagan y no responden al nuevo orden social, por lo que pierden operatividad, sentido e incluso credibilidad por parte de los ciudadanos, también porque las instituciones siguen funcionando de manera tradicional ante una dinámica social que deja atrás aquellas prácticas que son consideradas viejas o caducas, al no responder a las nuevas necesidades que la propia estructura social, política y económica plantea. Bauman indica que el desgaste, pero no agotamiento de la modernidad provoca una crisis en las instituciones que pierden solidez y peso en sí mismas, y quedan atrás ante una sociedad cuyas demandas y dinámica no cesan, por lo tanto las instituciones se vuelven líquidas, sus objetivos y razón de ser pierden vigencia y efectividad.

De acuerdo a Douglass C. North (1993), las instituciones tienen tres características que deben garantizar su permanencia y hacer cumplir con su papel que son:

-  Calidad
- Eficiencia
 Estabilidad

Sin embargo, son influidas por cuatro factores:

1. Condiciones estructurales (territorio, población, recursos, etc.)
2. Cultura, tradiciones y costumbres de la sociedad.
3. Comportamiento, respuesta, toma de decisiones individuales y colectivas de grupos sociales frente a incentivos y prohibiciones de instituciones, ya sean mercantiles o no.
4. Pactos políticos que establecen la sociedad, el estado alrededor del poder político y el control del estado.

Las crisis institucionales pueden sortearse conciliando una relación entre la sociedad y el aparato del estado, pues cada uno de estos elementos está relacionado intrínsecamente y deben ajustarse a sí mismos con el fin de propiciar o conservar un orden, por lo tanto, el reto que tienen las instituciones según Cárdenas es “perfeccionar los mecanismos institucionales de la democracia, para que los diversos grupos sociales y partes de la nación reciban un trato de equidad que haga factible la unidad en la diversidad y procure un desarrollo armónico e igualitario.”

Según José Eduardo Jorge, a pesar de la crisis de las instituciones el gobierno y los medios de comunicación se muestran capaces de recuperar la confianza pública. Sin embargo, la crisis de los partidos y el impacto de la televisión están acentuando los fenómenos de "personalización de la política" y de la "democracia de candidatos". Andrés Ollero[1] en “nueva revista de cultura, arte y política” de la Universidad Internacional de la Rioja, actualmente la crisis económica ha mutado también en crisis política, provocando un desprestigio de las instituciones y la desconfianza de los ciudadanos en los poderes públicos, también “…cree que una causa importante del descrédito proviene también del desconocimiento que tiene la ciudadana sobre las funciones de las instituciones políticas”.

En la época republicana existían instituciones que, sin ser perfectas, funcionaban ya que una institución puede ser muchas cosas, tales como instituciones formales e informales y, en ambos casos, son siempre construcciones sociales. Se buscaba que fueran eficientes o sea, que fueran capaces de funcionar con calidad, tener legitimidad, poder de adaptación a las mutaciones del entorno y de anticiparse a los cambios y, además, mostrar estabilidad. Todos estos componentes deben actuar conjuntamente si se quieren obtener resultados.

El primer rasgo de la crisis de las instituciones políticas actuales es la pérdida de legitimidad democrática y ésta se caracteriza por la falta de confianza política de los ciudadanos en las mismas, lo que está afectando a sus resultados y a la aceptación de la democracia; la pérdida de confianza se basa en la falta de credibilidad, justicia, competencia, transparencia y apertura ante puntos de vista distintos de las instituciones públicas. La confianza en las instituciones es el indicador central del sentimiento básico de los ciudadanos sobre su sistema político y sus gobernantes; sin confianza en el gobierno, en las instituciones públicas y en la justicia de sus decisiones no es posible que la sociedad, ni la economía, ni el gobierno funcionen correctamente, por lo que es necesario soldar esa fractura.
El resultado en muchas democracias avanzadas es desilusión, frustración, apatía, alienación y alejamiento creciente de las instituciones políticas y de sus integrantes, así como la aparición de grupos o movimientos antisistema, muchos de ellos antidemocráticos.

La crisis de gobernabilidad democrática se caracteriza por la disfuncionalidad de las instituciones para solucionar democráticamente los conflictos y ponen en evidencia las tensiones existentes entre los requisitos de la democracia y los de la gobernabilidad. La crisis de la gobernabilidad democrática y la inestabilidad de las instituciones son características de las democracias participativas que requieren de la implantación de programas de desarrollo humano para mejorar sus sistemas de gobernabilidad.

Fernando Dámaso plantea el caso cubano, donde el poder jurídico dejó de ser independiente y, al igual que el legislativo, se subordinó al ejecutivo, representado por una autoridad única, lo que desestabilizó la función que en esencia tiene cada institución del estado. Aquí las instituciones jurídicas responden únicamente a los intereses del estado en detrimento de los de los ciudadanos sin que exista un verdadero estado de derecho. En Colombia por ejemplo en “la última gran encuesta” se mostró que la confianza de los colombianos en sus instituciones está en los niveles más bajos, exceptuando a las iglesias y a las fuerzas armadas (56%). En cuanto al Congreso de la República, la justicia, las Altas Cortes, la Contraloría, la Procuraduría, los medios de comunicación y los partidos políticos, así como sus representantes, no cuentan con la confianza y favorabilidad de los colombianos.

Históricamente las crisis de las instituciones han tenido que ver con:

a). la crisis de los energéticos y del agua
b). el calentamiento global
c). los atentados contra las torres gemelas
d). la primavera árabe
e). los muertos por la guerra contra el narco
f). los millones de pobres
g). los feminicidios
h). el auge de nuevas religiones,
i). entre otras…

Continuando con Alfredo Rico Chávez, si bien la crisis de las instituciones políticas es provocada principalmente por el descrédito y la desconfianza de los ciudadanos, al mismo tiempo, siguen manteniendo la presencia hegemónica en el espacio político y muchos de los actores, prácticas y mecanismos de funcionamiento y representación, reaparecen en las organizaciones o agrupaciones que pretenden sustituirlos.




[1] Filósofo,  jurista español, catedrático de filosofía del derecho y magistrado del Tribunal Constitucional

ENFOQUES IDEOLÓGICOS DE LOS GRUPOS DE IZQUIERDA Y DERECHA EN COLOMBIA

Ideología de los grupos de izquierda y derecha.

Por: MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ


Pregunta a responder:

¿Cuáles fueron los conceptos ideológicos en los que se basaron los grupos de izquierda y derecha en Colombia desde 1930 - 1972?

Objetivo General:

Identificar los conceptos ideológicos sobre los cuales se basaron los grupos de izquierda y derecha en Colombia desde el año 1930 – 1972. 

Objetivos Específicos:

I. Dilucidar la constitución y la clasificación de los grupos de Izquierda y Derecha en Colombia de la época.
II. Explicar la motivación y el manejo de la política de los grupos de Izquierda y derecha.
III. Definir las consecuencias del manejo del poder político de los grupos de izquierda y Derecha en Colombia.

Constitución y clasificación:


El siglo XX se ha caracterizado una bipolarización de la política donde se hacía una alternación del poder en Colombia referente a las elecciones presidenciales, dos partidos dominaron la escena política colombiana: el partido liberal –Rojo-, el partido Conservador –Azul-, estos se cuentan entre los partidos más antiguos del mundo, se les destaca la capacidad que han tenido para sobrevivir al nacimiento de los sindicatos, al proceso de industrialización, a la urbanización, al colectivismo, a la modernización de la sociedad, a la violencia, al caudillismo, a la personalización mediática de la política. Sin embargo, han surgido de manera segmentada movimientos disidentes que quisieron ir en contra vía de éste bipartidismo, un ejemplo de ello fue el desafío del liberal Alfonso López Michelsen pero que luego retornó al seno de su partido y que le permitió ganar la presidencia en 1974.

Los diferentes grupos disidentes  sobrevivieron principalmente al sistema proporcional  en las elecciones legislativas pero en cuanto a las presidencias, éstas fueron ganadas por un liberal o por un conservador gracias a la edificación de una apretada red de clientelismo, siguiendo la estructura departamental y municipal y estimulada por el mismo sistema (Duhamel & Cepeda, 1997, pág. 256).

A pesar de ésta coalición era una unión bipartidista, ésta no era de tipo ideológica puesto que para los liberales la ideología del partido Conservador no coincidía con la propia en parte porque los conservadores eran centralistas, defensores de un Estado confesional preocupados por el orden, mientras que el partido Liberal eran federalistas, laicistas y apasionados por la libertades. Para los años treinta, los liberales defendían la función social de la propiedad y de la intervención económica del Estado y se oponían a la protección de la propiedad privada que daban los conservadores, al igual que el sacrosanto mercado. Ya para los 40´s, la violencia entre estos dos partidos era principalmente de tipo político, permaneciendo el fondo ideológico (Duhamel & Cepeda, 1997, pág. 261)


Motivación y manejo de la política:



Por lo general el ordenamiento constitucional del país ha estado marcado por una multiplicidad de intereses personales y corporativos que se entrecruza con el proyecto de Estado y de sociedad que se ha querido (Medellín, 2006, pág. 162).

A través de la coalición bipartidista de facciones regionales  y pluriclasistas, que se reagrupaban en épocas electorales bajo una misma bandera  le permitió asegurar un éxito electoral en la vida política colombiana, aún sin contar con una total cohesión y ningún tipo de organización; después de las elecciones cada partido recobra su autonomía. De 1957 a 1974 existía la preocupación sobre el reparto organizado de los altos cargos del Estado por lo tanto se coagularon en el Frente Nacional, esto les permitió “repartirse” los puestos entre los dos partidos al igual que la alternación liberal-conservadora del poder de la presidencia (Duhamel & Cepeda, 1997, pág. 260). VER CUADRO No. 1


Consecuencias del manejo de la política:


Después de 1957 y del pacto de alternación del poder bipartidista, las diferencias ideológicas casi habían desaparecido como efecto de que el debate ideológico que se supondría en cualquier sociedad ya había desaparecido, se volvió muy pobre ya que “el pragmatismo  clientelista invadió la escena política(Duhamel & Cepeda, 1997, pág. 261).

A diferencia del siglo XIX -época donde se resaltaba la inestabilidad constitucional y la presencia de guerras civiles-, en el siglo XX la vida política colombiana se encaminó a proveer una mayor estabilidad constitucional y pactos de paz que partió desde 1910 con el inicio de la constituyente que estaba dominada principalmente por republicanos y civilistas. Gracias a esa constituyente se logró: una elección directa del presidente por 4 años sin reelección inmediata lo que permitió de cierto modo dar garantías para encontrar la paz entre partidos.
A lo largo del siglo XX se muestras diferentes fluctuaciones en la esfera nacional, por ejemplo: en 1936, se observa una intervención del Estado en el mercado lo que aumentó las garantías sociales; en 1945, se hace una reorganización de los tres poderes; en 1953, se da un golpe de estado contra el gobierno conservador represivo; en 1957, se da un retorno al régimen constitucional gracias al plebiscito, se crea el Frente Nacional –alternación presidencial de 16 años, paridad política 12 años-, También en esas fechas en las regiones hubo elecciones abiertas a las mujeres -por ejemplo en la provincia de Vélez, pero hubo que esperar el plebiscito de 1957 para que el derecho al voto fuera concedido definitivamente a las mujeres (Duhamel & Cepeda, 1997, pág. 256)-. 1957 fue un año en el que hay presencia de paz entre los partidos tradicionales, sin embargo, la violencia de las guerrillas comunistas continuaba.

En 1936, Alfonso López Pumarejo logró –gracias al Congreso liberal que ganó por la no participación de los conservadores en la las elecciones-, introducir en la Constitución Nacional el concepto de libertad religiosa al igual que importantes garantías sociales: el derecho a la huelga, la asistencia pública, la libertad de asociación, la expropiación por razones de interés social –sin indemnización si fuese por razones de equidad-. El objetivo principal de éstas reformas era romper las vértebras del conservadurismo provocado por la Constitución de 1886, al igual que reivindicarse con los movimientos sociales ya que como dio como efecto el favorecimiento de las reformas sociales y agrarias que permitió la paz con las masas. Al hacerse estos cambios los activistas de los movimiento sociales se reincorporaron al Partido Liberal, sin embargo, varios movimiento como el Partido Socialista de 1919 y el Partido Revolucionario Socialista de 1926, desaparecieron con mucha rapidez, sobreviviendo apenas el Partido Comunista de Colombia (Duhamel & Cepeda, 1997, pág. 264).

Bibliografía


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jueves, 7 de abril de 2016

Filosofía, Teoría y Ciencia Política: Relación.

Por: MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ
Ciencia Política Vs. Filosofía Política Vs. Teoría Política

El siguientes es un texto argumentativo o explicativo donde se pretenderá desarrollar una línea problemática, una fundamentación basada en autores y unos ejes de análisis que se llevaron a cabo en clases respecto a la existencia de una relación entre la filosofía, la teoría y la ciencia política.
Se debe partir del hecho de que tanto la filosofía política y la ciencia política tienen el derecho de tener su propia independencia, aunque en la época de los filósofos idealistas la ciencia política y otras disciplinas de las ciencia sociales estuvieron condenada al ostracismo ya que en los estudioso no los consideraba como una prioridad.

El problema existente entre la relación de la filosofía política y la ciencia política toma aspectos que los diferencian, es de acuerdo a la acepción del concepto de filosofía política en la cual se vaya a demarcar esas relaciones, sin embargo, hay que denotar que la relación entre éstas es principalmente de separación y no de integración precisamente y en la que la mayor distancia que se puede percibir es cuando la filosofía asume un carácter demasiado valorativo.

De acuerdo a Bobbio, existen cuatro diferentes tipos de relaciones entre la ciencia política y la filosofía política y en la que existen unas relaciones amplias, estrechas o muy estrechas entre ellas: la primera, es la relación de separación y al mismo tiempo de divergencia, la cual se da cuando la filosofía se entiende como una “teoría de la óptima república”, aquí la relación con la ciencia política es netamente de oposición; éste tipo de relación contraria se da debido a que la filosofía entra a desempeñar un papel meramente prescriptivo en el que se enfoca en el deber ser de la política, conllevando a una utopía. La filosofía como descripción, proyección y teorización de una óptima república requiere construir un modelo ideal de Estado basado en postulados éticos sin tener en cuenta  cuándo y cómo puede ser efectiva y totalmente realizado. En la segunda, hay una relación de separación pero al mismo tiempo de convergencia. Aquí la filosofía se entiende como una “justificación o legitimación del poder y su relación con la ciencia política es mucho más estrecha puesto que hay similitud con su tarea, ya que a la ciencia política le corresponde describir las diversas pautas de legitimación en los diversos regímenes y las diferentes épocas históricas; la filosofía política y la ciencia política coinciden en cuanto a que ambas pretenden buscar un fundamento último del poder que justifique el por qué se debe obedecer y a quién obedecer. En la tercera, hay una relación de continuidad y de indistribución (convencional). Se parte entendiendo a la filosofía política como una “categoría política” y su relación con la ciencia política es tan estrecha que no se puede visibilizar dónde está el área del científico y  del filósofo. Aquí, se constituye una continuidad y sus diferencias ya no son de naturaleza cuantitativa sino de orden de importancia, infiriéndose así una “teoría general de la política”. La cuarta, presenta una relación de integración recíproca o de servicio mutuo.  La filosofía se entiende aquí como “metaciencia” y la relación con la ciencia política es tajante ya que varían en el objeto y los fines en sus investigaciones y donde la filosofía hace un estudio de segundo nivel.

Como conclusión, a pesar de que la filosofía política y la ciencia política no pueden estar juntas, tampoco pueden estar separadas y su relación depende principalmente del concepto que se use  para llevar a cabo ese lineamiento comparativo. Igualmente, es necesario que la ciencia política fundamente sus propias categorías para evitar confusiones conceptuales y metodológicas con la filosofía política puesto que la teoría  se consolida a partir de esa ruptura diferenciadora.

BIBLIOGRAFÍA

Bobbio, N. (1996): "Sobre las posibles relaciones entre la filosofía política y la ciencia política", en el filósofo y la política. Estudio preliminar y compilación de José Fernandez Santillán, México, FC E.